¡Hola! Soy Loly.

Este blog, de pequeños relatos de vivencias actuales y de mi niñez, nació para contactar de forma diferente con familiares y amig@s.
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miércoles, 12 de octubre de 2011

FELICIDAD, de Rafael Arozarena


De entre los cien sonetos de autores canarios (Antologías de poetas canarios) he seleccionado uno que, con una expresiva narrativa y profundo pensamiento, habla con generosidad de una vida austera de juventud.




F E L I C I D A D

No me antoja pedir otros presentes
al milagro de luz de la mañana.
Este cielo que llena mi ventana
tiene ya los regalos suficientes.

Nada quiero de más para el sustento
de mi lírico sueño renacido.
Una alondra ha llenado todo el nido
y una lila ha cubierto el firmamento.

Nada pido ni quiero; ya me basta.
Se ha clavado una fiesta en mi alma y hasta
en los dedos me tiemblan cascabeles.

¡Juventud! !Con qué poco te he llenado!
Con un grano de amor se me ha quedado
todo el cuerpo relleno de claveles.


Rafael Arozarena Doblado, 1945

Un matrimonio insalvable

En un pueblo de la isla, a veinte kilómetros de la capital, vivían Miguel y Candelaria. Era un matrimonio distinguido y apreciado. Se enamoraron desde la adolescencia y esa chispa de amor prendió como la llama de una hoguera en noche de San Juan.

Sus rasgos físicos y sus formas de ser eran antagónicos, lo cual los hacía más populares. A don Miguel le rondaba siempre el buen humor y era tan amigable como festivo, pero lo que realmente lo distinguía era su joroba adherida a su pequeña estatura que, desde la infancia, siempre la llevaba consigo. Esa malformación no le impidió gozar de las satisfacciones de la vida, ni le producía complejos inútiles, ni fue obstáculo para enamorar a su esposa, con la que alardeaba de ser tan feliz.

Doña Candelaria, por el contrario, era de espalda ancha y de mediana estatura, aún así le sobresalía a su esposo dos palmos. Su imagen se completaba con una tez pálida y facciones desabridas que le delataban un acusado desánimo, producto de su carácter débil y quejoso.