¡Hola! Soy Loly.

Este blog, de pequeños relatos de vivencias actuales y de mi niñez, nació para contactar de forma diferente con familiares y amig@s.
Gracias por abrir esta ventana de un rinconcito de mí.

miércoles, 29 de julio de 2020

Silvia

Regresamos de Lanzarote a finales de agosto. La estancia veraniega fue satisfactoria. Los últimos días sin embargo resultaron inquietantes. Mi esposo presentaba decaimiento físico y un estado febril alto, casi constante. Llegamos a Tenerife, e inmediatamente el taxi nos condujo al Hospital Parque, donde quedó ingresado para su reconocimiento y diagnóstico. Más tarde llegué a casa, descargué las maletas y equipaje de mano, refresqué los pies y me calcé con algo más cómodo. Fue entonces cuando mi estómago empezó a crujir y me acordé de “El Cambullón”, que prepara unos platos combinados de buen paladar. De regreso, y como nadie me esperaba en casa, me detuve en la cafetería de Francisco para tomar un café. Y fue en este lugar, llevada por el azar, donde conocí a Silvia. Mientras estaba en la terraza y, entre sorbos de café, levantaba una difusa mirada, como para distraer la estancia. Y fue en uno de esos momentos cuando me fijé en ella. Su mesa estaba a poca distancia de la mía, igualmente servida con un cafecito; a su lado había una cajetilla de cigarros y un encendedor. Todo pensado para pasar una tranquila sobremesa. Entonces los pensamientos se mezclaron en mi cerebro. En aquel tiempo, tenía la necesidad de darme a conocer, conseguir nuevas amistades, pues era una desconocida ciudadana venida de La Laguna. La idea de que ella viviera no muy lejos de la zona me ayudó a ordenar las ideas. Entonces, llevada quizás por algún halo de simpatía notado en su presencia, tomé una decisión. Y con el mismo afán, como se desgarra con ganas un pliego de papel, me acerque a ella y amablemente compartimos mesa. El encuentro fue muy grato. Desde el primer momento me sentí cómoda. Salvados los primeros minutos de protocolo, la conversación fluía entre preguntas y respuestas, como buscando un motivo del encuentro. Tiempo después, Silvia confirmó lo mismo, mientras recordábamos aquel primer acercamiento del año 2015. En días sucesivos coincidíamos en diversos horarios y lugares, nos saludábamos amistosamente y cada vez se acentuaba más el diálogo y el entendimiento. ¡Cuántas veces nos encontramos en la Rebotica!. Un lugar acogedor, lleno de historia y al pie de un gigantesco ficus, con ajetreo de personas en sus idas y venidas. Pasa buenos ratos en su terraza, y para acompañar la tarde, prefiere un cortado o una cerveza. Los contactos con amigas son frecuentes, con citas o en encuentros esporádicos, porque Silvia tiene ese don especial, de delicadeza en el trato y empatía cuando escucha a los demás. Tampoco se incomoda cuando está sola; la soledad es un reencuentro consigo misma y si se desea, genera paz y armonía. Silvia cuenta sus memorias con auténtica pasión. Sus habilidades son muchas. El buen gusto por la moda lo lleva impreso. Relata que confeccionaba la ropa de sus hijas con vistosos volantes y delicados encajes y piquillos que, cuidadosamente, se los quitaba a otras prendas para adornar sus vestidos, pues dichos adornos escaseaban en las mercerías. Los modelos de trajes de novia hecho para sus hijas, eran elegantes figurines. No es persona ociosa, ni se la ve sentada en un esponjoso y reclinable sillón mientras ve pasar las horas. Vive los problemas con intensidad. Alerta a las noticias, juzga y expresa su opinión con razonamiento lógico. Critica la desidia del representante del Ayuntamiento de la ciudad cuando ve las calles sobrantes de papeles o de hojas de árboles, y bullicio de gente a deshora que, en ocasiones, se ha visto obligada a llamar a la autoridad. Esta es Silvia, una ciudadana ejemplar. Se complace al hablar de su familia, de cuatro generaciones. Algunos están lejos, otros cerca de ella, y todos la quieren y cuidan con esmero. Procuran cubrir sus necesidades al máximo, tanto que a veces piensa, con cariño, que no necesita tantas atenciones, porque ella se siente aún muy capaz. Cuando habla de su bisnieta más pequeña, hace una simpática réplica de su voz y de sus gestos. Otra de sus habilidades es el arte y gusto para cocinar, sus trucos y secretos le lleva a preparar sabrosos platos. Bromea con su hijo para ver quién prepara la paella más gustosa, y puedo asegurar, quién ganaría la apuesta. Un día comprobé su buena mano de cocinera, cuando degustamos un sabroso plato de paella en el ambiente acogedor de su hogar. Los buenos ratos vividos con Silvia son muchos, incluso, jugando al rummikub. Sólo con su templanza y atención me llena de simpatía, y a veces me sorprende con ese puntito de humor lúdico, tan propio de su personalidad. Loly Santa Cruz de Tenerife, junio de 2020