Cada primavera el flamboyán, con su generosa floración de encendido color y de
hojas verdes y vivaces, como recién creadas, exhibe un espléndido follaje. Todo
es belleza en este árbol estacional que adorna algunas calles y plazas de
nuestro entorno, y con su copa airosa y acampanada nos brinda sombra y frescor.
Es agosto, y el árbol deja caer lentamente sus pétalos, como lo hacen las gotas
de la lluvia horizontal sobre nuestra tierra, formando una llamativa alfombra
floral. Este año decidí, a modo de manualidad, imitar un ramo con goma EVA,
antes de que, inexorablemente el ciclo de la vida lo despojara de su ropaje y
aparecieran las semillas en vainas para luego volver a empezar. Ese día
comenzaba a formar la corola con sus cinco pétalos rojos que, previamente, había
matizado con pintura tempera de color anaranjado. En ese momento me sorprendió
mi hijo y apuntó: - La flor del flamboyán tiene cuatro pétalos rojos y un quinto
pétalo blanco y amarillo, moteado de rojo y es mayor que los demás y se llama
estandarte. Esta afirmación me dejó vacilante. Después siguió hablando de una
fórmula floral, cual expresión matemática, que posee cada especie. Y luego me di
cuenta que estaba delante de un especialista. - ¿Si?, le dije con cierta
perplejidad. Me asomé enseguida a la ventana, miré la flor detenidamente y lo
comprobé. A veces miro y no observo, me dije. Rectifiqué de inmediato, y luego
comprobé otros detalles, como que dicho pétalo, a diferencia de los demás, se
curva hacia arriba cuando va perdiendo vida y cae antes que los demás; y que el
haz y el envés de los sépalos son de diferente color: rojo y verde,
respectivamente... Ahora me parece aún más bello este árbol. En solitario es un
canto a la primavera, por su hermosura y singularidades….¡¡¡Flamboyán viajero,
qué bien aclimatado estás en el suelo de Canarias!!!
Poco a poco el tiempo va desnudando al flamboyán. El manto rojo que rodea su base señala hoy la caducidad de la vida, al tiempo que hace votos para renacer en una nueva primavera.
Mientras tanto, el ramillete del frondoso árbol que compuse como manualidad, embellece un rincón de mi salón.